Seguro que todas y todos conocéis el famoso experimento de Pavlov sobre el condicionamiento. Observo que sus perros se anticipaban a la comida, salivando y produciendo jugo gástrico antes de que les fuera puesta en el plato. Se pregunto si tal hecho podría relacionarlo con otro estimulo y probó con una campana. En efecto, después de varias jornadas los perros al oír la campana reaccionaban con aumento de salivación y jugos gástricos. Aquellos perros habían sido condicionados.
Imaginada por un momento lo que pasa en nosotros y nosotras, los seres humanos, que desde que nacemos nos vemos condicionados y condicionadas a una educación, una sociedad, un mundo que te va diciendo esto es bueno, esto es malo, blanco, negro, positivo, negativo, modelando nuestra forma de comportamiento. Imaginad las que inconscientemente hacemos y creamos…”si llueve, me mojo”, “si me pincho me duele”, ”si hay un jarrón roto en casa fue tu hermano que es el revoltoso”, “si tal persona me mira así es porque me odia”, “si tal persona dice, escribe o comunica algo de forma indirecta, sin nombrar a alguien, está hablando de cual”…algunas son necesarias y nos llevan al tema de la supervivencia: “El fuego quema”, pero otras solo prejuzgan sin tener más datos que un estimulo que le ha llevado a dilucidar un comportamiento y que a su vez conduce a la misma reflexión al ver tal estimulo en una única persona, un conjunto, una sociedad… ¿Cuántos valores tenéis grabados en el cerebro sin saber que están jugando en vuestros juicios? (las rosas electrificadas de “Un mundo feliz” conducían a un comportamiento de odio sobre la naturaleza”). Sí, se trata de manipulación en muchos casos, a veces inducida por la educación, a veces por terceras personas que en un afán de auto proteger su integridad mancillan a otras, en fin, la manipulación no es algo que solo un gobierno, una empresa con su publicidad, o un religión, puedan hacer…los seres humanos, en sus pequeñas tareas diarias, sus relaciones personales, también lo hacemos, provocando relaciones en los demás y las demás en base a teorías, verdades, mentiras…estímulos que relacionar con hechos y comportamientos…”si haces eso vas a acabar mal”…”Eso lo dice por tal”….”Es un cabrón porque hizo tal”… Solo basta que te etiqueten, para que todos los hechos que hagas se vean de forma negativa…”Si es un cabrón, esto lo hacer por maldad…y si lo hace por maldad, entonces lo que hizo lo hizo no para ayudarme, si no para fastidiarme”…”Me dijeron que ese es prepotente, entonces lo que esta diciendo es porque se cree más listo que los demás, no para que los demás y las demás aprendan lo que quieran y puedan de el”… Vemos A y le damos automáticamente el valor que juega en nuestro cerebro, sea acertado o no, y en la mayor parte de los casos, cuando se complica con datos que no cotejamos, nos formamos de mentiras que conforman nuestras verdades.
Pavlov dijo:
“No hay que olvidar que en la mayor parte de los casos no conocemos la biografía del perro ¿Quién sabe que encuentros tuvo en su vida y que relaciones temporales se formaron previamente…? Además, si esto ocurre con un perro en la situación experimental en un ambiente rigurosamente controlado, ¿Qué ocurriría con el ser humano (en su medio) infinitamente más complejo y con una historia personal así mismo más complicada?”
Siempre nos olvidamos de que cada hecho es diferente, y que aunque su activación se da por un estimulo ya conocido, no tiene porque tener el valor de dicho estimulo que juega en nuestro cerebro…las campanas son comida para el perro porque se lo han enseñado así, y para él es una verdad absoluta, pero ¿Cuántos significados se le puede dar al toque de una campana? Aquellos que queramos, o nos quieran dar, con todo lo que ello conlleva.